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EL AÑO QUE NO ESTUVE
2018 es un borrón total para mí.
Pasé la mayor parte lidiando con mis problemas de salud mental y encontrando el medicamento adecuado por ensayo y error.
La mayor parte del tiempo sentía que mi cuerpo era una masa totalmente vacía de energía vital y el único lugar en el que me sentía seguro era en la cama. Si cuento las horas que pasé acostado superan con creces las de pie.
La depresión es una bestia extraña para abordar.
A veces me sentía casi enamorado de mi estado de desesperanza, perversamente seducido a dejarme caer en el estado flotante de la no existencia.
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